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Kim Solis blog pic Span. 9.16.2020 Escrito por Kim Solís, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en México y Oregón

No siempre es fácil trabajar con otras personas. Esto aplica en el lugar de trabajo, la iglesia e incluso la familia. Todas somos diferentes y tenemos diferentes puntos de vista y opiniones sobre ... bueno, todo.

Cuando quieres pintar la habitación de un color determinado, algo vibrante para invocar sentimientos de paz, tranquilidad o energía, prefieren el blanco, para no distraer.

Cuando siempre llegas temprano, lista para iniciar, preparada para conquistar la tarea que tienes entre manos, ella llega 5 minutos tarde, con panecillo en mano, bebiendo una taza de café desbordante.

Cuando tu objetivo es ver la imagen completa, él se concentra en ese detalle específico que simplemente no deja descansar.

Puedo seguir y seguir.

La verdad es que es mucho más fácil trabajar sola. Nadie más con quien tener que estar de acuerdo. Nadie más a quien tener que soportar.

¿Pero, sabes qué? Cuando se trata de tus hermanos y hermanas en Cristo, simplemente no tienes ese lujo. Nuestro llamado al Señor puede llegar a cada uno individualmente, pero se espera que vivamos colectivamente.

Colosenses 3:15 dice que debemos dejar: “Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo.”

Hemos sido llamadas. Hemos sido elegidas. Hemos sido hechas parte de la iglesia que es el cuerpo de Cristo. No estamos ni podemos estar separadas unas de otras.

Entonces, ¿cómo podemos vivir la verdad de este versículo? ¿Cómo podemos realmente funcionar como un solo cuerpo?

Pablo, el escritor de la carta a la iglesia en Colosas, responde esa pregunta incluso antes de que se la hagan. Tómate un tiempo para leer todo el capítulo de Colosenses 3 ... Destaquemos algunas declaraciones importantes y obtengamos consejos sobre cómo manejar esas situaciones difíciles y complicadas cuando trabajar juntas no es fácil:

1. Recuerda, has sido resucitada con Cristo y debes poner tu mente en las cosas de arriba (v. 1-2). No nos dejemos atrapar por los detalles del desacuerdo o conflicto. Centrémonos en la meta: unidad, armonía y, en última instancia, gloria para Dios (¡no para mí!).
2. Muere a las cosas terrenales en las que una vez caminaste y viviste (v. 5). Todas estamos luchando por cambiar. Los viejos hábitos son difíciles de romper para nosotras y no son fáciles para otras. Demos a todos, incluyendo a nosotras mismas, una buena dosis de paciencia y misericordia.
3. Ponte la nueva naturaleza que se renueva en el conocimiento... (v. 10). No hay excusa, de ninguna manera, que nos permita seguir obsesionadas con la vieja naturaleza. Esa naturaleza fue condenada a muerte. Esa vieja naturaleza argumentativa, crítica, moralista, competitiva e indisciplinada está en la tumba. Es mucho más fácil congeniar con la nueva. Sé la persona con la que deseas trabajar, y tal vez tu compañera de equipo se sienta animada a hacer lo mismo.
4. Todas somos uno en Cristo (v. 11). ¡Vaya, esto era tan importante en ese momento como lo es para el mundo de hoy! Donde hay humanos, hay prejuicios y discriminación, parece. Pero en Cristo, somos uno. No importa de dónde venimos, de qué color es nuestra piel o en qué cultura nos criaron. Nuestras diferentes perspectivas, opiniones y personalidades nunca deberían interponerse entre la unidad que tenemos en Cristo.
5. Somos escogidas, santas y amadas (v. 12). Todas nosotras. Incluso la que más te frustra. Incluso aquella cuya personalidad choca más con la tuya. Incluso aquella con la que es absolutamente imposible trabajar. Ellas también fueron elegidas y son igualmente santas y amadas.

Lo que sigue en este versículo debe ponerse a un lado y grabarse en nuestro corazón (o quizás engraparse en la frente) para que podamos tenerlo presente antes de interactuar con cualquier otra persona, especialmente con una que sea parte de nuestro equipo íntimo:

1. Ser de afecto entrañable.
2. Ser bondadosas.
3. Ser humildes.
4. Ser mansas.
5. Ser pacientes.
6. Tolerar unas a otras (v. 13).
7. Si tenemos una queja, perdonar.
8. Por encima de todo, AMAR (v. 14).

El amor triunfa sobre todas las discusiones, desacuerdos, opiniones o personalidades diferentes. Si amamos, no somos arrogantes, exigiendo nuestra manera. Si amamos, no somos groseras y no nos irritamos ni nos resentimos. Si amamos, no somos felices cuando algo le sale mal a alguien. Simplemente lo soportamos todo, lo creemos todo, lo esperamos todo y lo soportamos todo (1 Corintios 13: 4-7).

La relación SIEMPRE es más importante que la decisión.

Si podemos hacer todo esto, la dificultad que queremos evitar se convierte en el pegamento que nos une.

Acepta y aprecia las diferencias. El mundo sería aburrido si todos pensáramos como yo.

Sométete a otros. A veces es mejor seguir la corriente y dejar que otros tomen la decisión.

Ama por encima y más allá de todo lo demás. Incluso cuando odias la idea, ama a la persona.

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